jueves, mayo 11, 2006

Nico Vega: "Chile: Democracia en medida de lo posible"


Al igual que sus tres antecesores concertacionistas, el Gobierno de Bachelet se perfila como carente de voluntad o de coraje para ponerse al servicio de las mayorías
Nicolás Vega Anjel, profesor de filosofía y filología, Berlín, Alemania(01/05/06)
SIEMPRE DIJO RICARDO Lagos que gobernar en Chile significaba para él construir un sistema democrático dentro de los márgenes de "lo posible"; lo entendió como gobernar dentro del margen que le daban los militares, la derecha y los poderes fácticos. Deberíamos tener claro que los márgenes de "lo posible" no son sólo aquellos que a uno le otorga el adversario; son también los márgenes que uno mismo se impone voluntariamente de acuerdo a un análisis personal de la realidad, el que puede estar más o menos equivocado.
Siempre que ha podido, la Concertación se ha amarrado sola las manos, tratando de demostrar buena conducta. En efecto, Lagos y la Concertación han hecho "todo lo posible" para gobernar con las manos amarradas. Y luego se lamentan.
Nunca los Presidentes concertacionistas han demostrado coraje para hacer "todo lo posible" con el fin de eliminar, por ejemplo, el sistema binominal, o para imponer a lo menos los royalties a las compañías mineras privadas. Ni hablar de nacionalización. (De que algunas cosas son "posibles" lo ha comenzado a demostrar Evo Morales).
Gobernar sólo dentro de los márgenes de "lo posible" revela falta de voluntad, falta de decisión y clara cobardía para gobernar el país con autoridad al servicio de las mayorías. También revela falta de imaginación ("Seamos realistas, exijamos lo imposible"). Esto, si queremos evaluar con buena voluntad a los sucesivos gobiernos concertacionistas. Si pensáramos otras posibilidades, habría que suponer que se trata de un propósito definido.
Una aceptación sumisa de la realidad, desde el punto de vista psicológico personal, revela una forma de depresión. Entiendo con esto que se trata de la incapacidad del individuo para transformar su situación precaria. En ese sentido, la Concertación se ha dedicado en lo fundamental a administrar, pero no a gobernar; a administrar un sistema que fue sin lugar a dudas una dictadura y ahora es sólo un sistema "post-dictadura", pero no es democracia, ni estado de derecho.No se ha aprovechado la fuerza moral y política de la "voluntad general". Los gobiernos concertacionistas han impedido toda movilización masiva; tiemblan ante la convicción del pueblo chileno de que las riquezas nacionales deben volver a las manos del Estado de Chile. Pudieron haber movilizado al pueblo entero por lo menos en torno a los royalties.
No quieren que las transnacionales los califiquen de "socialistas" expropiadores. Se trata de gobernar de acuerdo a los intereses de los empresarios exportadores. Se enorgullecen del crecimiento macroeconómico, pero no cambian ni una sola estructura injusta (pensemos en el sistema de subcontrataciones). Para frenar el descontento, inventan medidas "sociales" de parche: así, aumentan las pensiones mínimas, claro que al mismo tiempo elevan el IVA . Eso se llama desvestir a un santo para vestir a otro). Ricardo Lagos dejó a 5000 víctimas de la dictadura, reconocidas por la Comisión Valech, fuera de las "pensiones" de la ley 19.992, la cual, en un país regido de veras por un estado de derecho, habría sido declarada inconstitucional y esperan que el resto de los «indemnizados» se muera luego para dejar de pagar. Lindo fraude comunicacional para la exportación que a Lagos le otorgó tarjeta para asumir la presidencia de Club de Madrid, con el antecedente de luchador por los Derechos Humanos.
Al primer Presidente de la Concertación le temblaban las rodillas, cada vez que un hombre inculto llamado Augusto Pinochet hacía sonar el sable y advertía que no le tocarían a ninguno de "sus" hombres, al referirse a los empleados públicos que ejercen la profesión militar, como si esos funcionarios hubiesen sido sus inquilinos o peones.
Las condenas a algunos torturadores se han producido por presión internacional y con el consentimiento de ciertos poderes que desean darle una imagen a Chile de país en el que se hace justicia. Se predica e impone la « paz social », por el olvido; tranquilidad para que las grandes empresas se saturen de divisas, a base de la depredación del país y de la superexplotación de la fuerza de trabajo.
Dentro de toda esta filosofía barata de la Concertación y de Lagos, se introduce también la justicia "dentro de lo posible". Se trata de hacer como si la justicia funcionara. O sea, cero justicia; procesos que se extienden por décadas, libertad para asesinos que han sido condenados en primera instancia o aplicación de un decreto de facto ("amnistía") y si ha habido alguna condena, se les ha construido a los delincuentes, cárceles-hoteles; Pinochet « preso » en su parcela.
No ha llegado la democracia prometida; este sistema se quedó para siempre en la "transición"; transición de una dictadura... ¿a qué?, ¿hacia adónde? Si la democracia no ha llegado, el pueblo debe ir a buscarla a algún lado.